Hace unos días, de forma casual, llegó a mis manos la enumeración detallada de los principios que utilizara el partido nazi para estructurar su discurso totalitario. Me llamó la atención observar que ninguno de ellos es ajeno a la estrategia comunicacional que llevan a cabo, hoy día, muchos partidos políticos. Por pura curiosidad me ensarté en el ejercicio de comparar los once principios que a continuación enumero con el discurso que, en los últimos años, ha ido construyéndose en torno al llamado socialismo del siglo XXI, dirigido, preferentemente, por el presidente de Venezuela.
- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
- Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además tienen gran facilidad para olvidar.
- Principio de la orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.
- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
- Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
- Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
¿De verdad te has visto todos estos videos y no te has convertido al chavismo?
ResponderEliminarA ver si el pájaro no va a ser tan convincente...
Santo Dios, he visto tres y casi me da un derrame.
Y he conocido a peculiares individuos que lo defienden como un amante de la libertad.
No nos conocemos, pero he ido a parar a esta entrada y se me ha dibujado una sonrisa.
ResponderEliminarUtilizar el decálogo de Goebels es una de las cosas más sencillas del mundo, sobretodo porque gran parte de la cultura de masas en la que vivimos, y especialmente los medios de comunicación modernos son ¿víctimas? (yo diría beneficiarios) de sus 11 propuestas.
Aquí otro ejemplo como el que has realizado:
http://marcelodelcampo.blogspot.com/2009/09/carrefour-goebels-y-las-bolsas-de-.html
¿No estarás también utilizando el decálogo?